globalidad

Comparte tu Luz

Todos conocemos la famosa frase «si quieres cambiar el mundo, empieza por cambiar tú primero». Y la asumimos. Y nos trabajamos. Y procuramos conocernos mejor, liberarnos de nuestras trampas mentales, desarrollar nuestra conciencia, ser mejores personas… La pregunta que deberíamos hacernos es: ¿pero esto le sirve a alguien?

Si simplemente me quedo mirando mi ombligo y ocupándome de mí mismo/a, si simplemente me resulta de utilidad a mí, a mi aprendizaje, a mi evolución… el trabajo habrá sido en balde. Si cuanto aprendes, descubres, evolucionas no eres capaz de manifestarlo en el mundo, de mostrarlo a los demás, tu esfuerzo habrá sido en balde. ¿De qué sirve que tu Luz te permita no tropezar con la piedra del camino si no evita que quienes viajan a tu lado se partan la crisma? Recuerda una cosa: la evolución siempre es global o no es Evolución; cuanto no repercute en el Todo no repercute en nada.

 

Hu-Song, filósofo de Oriente, contó a sus discípulos la siguiente historia:

– «Varios hombres habían quedado encerrados por error en una oscura caverna donde no podían ver casi nada. Pasó algún tiempo, y uno de ellos logró encender una pequeña tea. Pero la luz que daba era tan escasa que aún así no se podía ver nada. Al hombre, sin embargo, se le ocurrió que con su luz podía ayudar a que cada uno de los demás prendieran su propia tea y así, compartiendo la llama con todos, la caverna se iluminó».

Uno de los discípulos preguntó a Hu-Song:

– «¿Qué nos enseña, maestro, este relato?»

Y Hu-Song contestó:

– «Nos enseña que nuestra luz sigue siendo oscuridad si no la compartimos con el prójimo. Y también nos dice que el compartir nuestra luz no la desvanece, sino que por el contrario, la hace crecer.»